jueves, 17 de noviembre de 2011

La noche casi aurora de Eduardo Gómez


 El siguiente texto lo leí el pasado 20 de octubre en la presentación del libro, La noche casi aurora, del poeta colombiano Eduardo Gómez, publicado en la colección "Un libro por centavos" de la Universidad Externado de Colombia.

Eduardo Gómez: una voz en el umbral

¿Qué me reserva el devenir ahora
y este hoy, en flor apenas entreabierta?
Edén e infierno mi inquietud explora
en la inestabilidad del alma incierta.

Johann Wolfgang von Goethe

El poeta no esquiva los umbrales ni teme a la indeterminación que a diario es señalada como evasiva por los oficiantes de discursos ortodoxos. El poeta construye territorialidades al margen, en la penumbra, en el crepúsculo, en la aurora, en los intersticios del fluir del tiempo; y cual funámbulo, afina sus pasos en la pureza del vértigo.
Ese camino singular es el que ha seguido sin reservas Eduardo Gómez, durante sus largos años de creación poética, en los cuales le ha dado vida a una obra mayor dentro de las letras nacionales. Por tal razón, es un verdadero reto presentar a un poeta de esta dimensión, y más aún, celebrando el lanzamiento de una antología rigurosamente preparada por él mismo. Así las cosas, es preciso advertir a los conocedores de su obra, que con seguridad encontraran inusuales omisiones en este breve texto, pues de ninguna manera he pretendido agotar una obra que de por sí es inagotable.
Y para empezar a adentrarme  en el umbral que desde el mismo título, La noche casi aurora, nos define la antología de Eduardo Gómez editada en la colección Un libro por centavos de la Universidad Externado de Colombia, quiero exaltar el tono esperanzador, los vestigios de luz, las puertas abiertas en el horizonte, los “claros del bosque” (como sugestivamente nos los ha enseñado a reconocer la gran María Zambrano) que fulgen con vehemencia insinuando el final de la larga noche. Pero, precisamente, para evocar la aurora, primero hay que haber transitado la noche, haber intuido el trasfondo absurdo de la existencia y de su final ineluctable, haber profundizado en los extravíos y las búsquedas de una sensualidad y una sensibilidad insaciables y apasionadas, cuyas peligrosas ambivalencias y contradicciones fueron, no obstante, progresivamente fecundas en la creación poética. Y es en estos momentos, cuando nos viene a la memoria la reveladora voz de Alejandra Pizarnik quien nos advertía que “Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte”. Similar encantamiento de la noche es el que ha experimentado Eduardo Gómez, sin embargo, ahora se aproxima al re-nacimiento de experiencias solares, de presentimientos aurorales que, a diferencia de Pizarnik, buscan reafirmar la vida con sus desgarramientos y fascinantes contradicciones, con su cuota de dolor y frustración y sus posibilidades de lucha y de superación.
Quiero resaltar también la apuesta permanente de Gómez por hacer de la poesía una praxis concretamente vital y humanizante, que asuma la historia a través de lo individual e intransferible y aspire a la integración del ser tantas veces escindido. “Vivir en poesía” es una elaboración conceptual y existencial que el poeta ha desarrollado ampliamente en sus ensayos de crítica interpretativa, en sus reflexiones y esbozos y en la novela inédita, La búsqueda insaciable. Esta vivencia ha servido para fusionar la sensibilidad lírica con la experiencia reflexiva, lo cual constituye el eje central de la poética de Eduardo Gómez. De esta manera, en su poesía se percibe con claridad la voluntad creativa no como producto del azar sino como un compromiso con la palabra, una palabra que debe romper con antiguas estructuras y restaurar su poderío estético. En su primer libro, Restauración de la palabra, ya es contundente el llamado a los cultivadores de la poesía para que, por un lado, se apropien de la forma misma y busquen la exaltación del lenguaje con todas sus posibilidades, y por el otro, redimensionen la palabra como reveladora de los espacios vedados y creadora de nuevos sentidos.
Otro aspecto relevante en la creación de Eduardo Gómez es su admiración y encantamiento con el espíritu clásico y las exigencias que plantea al auténtico humanismo de la modernidad. Desde la tragedia griega, la poética aristotélica y el intento racionalizador del mito (que posteriormente es legitimado desde diversos discursos), continúa su aproximación ferviente al poderío estilístico y reflexivo de Goethe, el cual viene a afianzarse, curiosamente, de manera coincidencial, con el compromiso ilustrado de la razón kantiana, con la que comparte la búsqueda estética, en la compleja estructura del juicio que supera la intuición como propósito final del acto creador. Este refuerzo conceptual lo conduce con cierta facilidad  a una dialéctica entretejida por el trío Marx-Nietzsche-Freud, a partir de la lectura de Sartre y del diálogo creativo al lado de Estanislao Zuleta, sin duda, la amistad más influyente en el proceso vital de Eduardo Gómez. Dicho proceso dialéctico se complementa, luego de la estancia del poeta en Alemania socialista, con la cercanía que establece al lado de la radicalidad brechtiana y a las líneas de fuga demarcadas por Gyorgy Lukács, quien también conoció el entorno de un país socialista y busco confrontar con altura teórica, las ortodoxias que limitaban los procesos culturales. Señalar estas cercanías con autores de talla mundial nos permite ubicar al poeta dentro de una línea de pensamiento y una práctica definida del quehacer literario, que lo aleja críticamente de los excesos delirantes del  vanguardismo, frente a los cuales Eduardo Gómez busca la expresión de una auténtica vanguardia.
La obra de Gómez también se detiene  en lugares y momentos especiales donde la vida ha tenido flujos de gran intensidad. En muchos de ellos, entre la sordidez, el apasionamiento y la distancia que percibe el observador, se van tejiendo inusuales nexos que dan cuenta de la vocación de “viajero innumerable” del poeta, quien siempre va tras de su “faro de luna y sol”. Aquí el vínculo que se produce con autores del entorno hispanoamericano es mucho más evidente, como en el caso de Lorca, Neruda y Barba Jacob, a quienes les ha dedicado varias de sus cátedras.
Finalmente, retomo la idea del umbral para celebrar una vez más el poderío de la palabra que nos sumerge en el misterio insondable de las profundidades y luego nos impulsa con su fuerza inagotable al milagro de la luz. Siguiendo al Bachelard de El agua y los sueños, podemos decir que para que una meditación perviva hasta hacerse “obra escrita” debe hallar su materia, el elemento material que es su sustancia, pues “las formas se acaban pero las materias nunca”. En suma, el recuerdo de las aguas oscuras como símbolo de la muerte, sirve para clarificarnos que también en esas aguas profundas es donde ha surgido la vida. Y es esa, precisamente, la evocación que hoy nos produce la antología de Eduardo Gómez que estamos presentando, la cual cierra magistralmente con una reafirmación de la existencia en su poema Floraciones.

Floraciones

Floraciones, verdor, cuerpos erguidos.
Por todas partes la vida triunfa
a pesar de la siembra de bombas y de odio
por los mercaderes de la sangre y el terror.

Hagamos poderosa la inocencia perdida
con las maravillas adquiridas por la sabiduría
que aspira a la liberación de las especies.
Recuperemos al Hombre ya extraviado
tras las pilas de oro ensangrentado
en los bancos blindados y en las factorías,
al humano perdido en la bruma venenosa
de los fanatismos y las banales fantasías.

Que la ambrosía de las frutas
el aroma salvaje de los bosques
y la sencillez del caminante
revivan la plenitud de los dioses de otra edad.

Que la lucha no excluya la sonrisa
y el juego no olvide su divina divisa;
que surjan esbeltas las ciudades entre flores
bajo la limpia comba del aire de los cielos
y los dorados resplandores de un sol puro.

  
Para conocer más sobre la vida y obra de Eduardo Gómez, pueden visitar el siguiente enlace: 

A continuación les comparto imágenes del evento:



Imágenes tomadas de la circulación libre en la red

jueves, 29 de septiembre de 2011

Esquizoanálisis un camino libertario





La Máquina de guerra hace parte de una ciencia nómada (menor) mientras que el Estado defiende una ciencia real (mayor). El régimen de la máquina de guerra es el de los “afectos”[1] (entendidos como la descarga rápida de la emoción… por oposición al sentimiento, que es una emoción retardada), que remite a velocidades, a líneas de fuga. El esquizoanálisis, por supuesto, está del lado del pensamiento nómada que se reterritorializa en la desterritorialización – la relación del nómada con la tierra es desterritorialización –. No hay que olvidar que la imagen clásica del pensamiento aspira a la universalidad (sostiene dos universales: el todo y el sujeto), mientras que el pensamiento periférico tiene como sustento una imagen libertaria (multiplicidades, variaciones de imagen) que no piensa en sujetos pensantes universales, sino que piensa en pensamientos de una raza particular; no se basa en una totalidad globalizante, sino que piensa en un medio sin horizonte, en un espacio liso (“mar, desierto, estepa”), es decir, el punto entre dos líneas. El Estado, por su parte, se ubica en un espacio estriado, sedentario, que corresponde a la línea entre dos puntos. Pero lo más importante de tener en cuenta es que los dos espacios difieren en naturaleza pero coexisten, están combinados. El uno trata de actuar redimensionando al otro y viceversa. Ahí, entonces, es donde se hace preciso establecer un devenir esquizoanalítico[2], rizomático que nos permita generar multiplicidad de brotes libertarios.


 Un ejemplo de devenir rizomático, es el devenir-animal, en el cual siempre se está haciendo referencia a una manada, a una población, a una multiplicidad, puesto que no procede por filiación, herencia, genealogía, sino por contagio o epidemia. En una relación se ponen en juego el hombre, el animal, con bacterias, microorganismos que no tienen la misma filiación sino que provienen de distintas ramas, distintos lugares. Así las cosas, el universo no procede por filiación. El devenir-animal tiene que ver con manada y contagio. Pero no hay que olvidar que en medio de dicha multiplicidad se encuentra un individuo excepcional (una especie de jefe de manada) y con él hay que aliarse para devenir-animal. Ese individuo no es el representante, el modelo de una manada, ni tampoco el favorito. Él ocupa una posición o múltiples posiciones, y no es ni individuo ni especie, simplemente contiene afectos. Y puesto que en la multiplicidad, lo que existen son líneas y dimensiones “intensas”, aquél personaje se ubica en una línea de borde, periférica (el lugar realmente existente de la manada, por lo tanto, el camino para acceder a ella). Con el “individuo excepcional” lo que se puede establecer es un pacto, una alianza (algo similar, y no opuesto, al contagio de manada).


 Para finalizar, queremos resaltar que ante todas las anteriores perspectivas, surge el arte como una posibilidad para establecer prácticas de resistencia frente a la estructuración uniformizante que se nos impone de diversas maneras. La propuesta del arte en el esquizoanálisis nos convoca a la producción, teniendo en cuenta que las artes se han preocupado de “hacer” no de “reproducir” (de hacer visible no de reproducir lo visible, de hacer sonoro no de reproducir lo sonoro). Como alternativa, el mecanismo que  nos proponen y sobre el cual nos invitan a detenernos Deleuze y Guattari,  es el ritornelo, el ritmo del territorio: “el conjunto de materias de expresión que traza un territorio (…) un prisma, un cristal de espacio-tiempo”. El ritornelo actúa sobre lo que le rodea y extrae de ello “vibraciones, descomposiciones, proyecciones y transformaciones”. La praxis, por tanto, supone dejarse llevar por el ritmo, que es la acción, que no está codificado ni sujetado a una medida funcional, sino que es una variación constante realizada entre dos medios. El ritmo deviene expresivo dentro del territorio (es territorializado). Lo expresivo es previo a la fijación de territorio que realiza el arte. El territorio es un efecto del arte. El ritornelo, en principio, supone una territorialidad (un “agenciamiento territorial) pero luego se transforma interiormente, se desterritorializa y se dirige hacia el Cosmos (máquina cósmica) dándole paso a un segundo ritornelo (del devenir-territorial al devenir-cósmico). Sin embargo, en ambos ya está el ritornelo (él se transforma para pasar de uno a otro).

 
Como sostuvimos al comienzo del presente texto, tras recorrer los dos volúmenes de la extraña conjunción Deleuze-Guattari para ubicar la génesis y los postulados de la práctica esquizoanalítica, buscábamos afirmar que esta práctica fluye a la par y se entrecruza con el pensamiento libertario en varias de sus vertientes. Diversas lecturas post-estructuralistas no parecen objetar dicha cercanía, sin embargo, desde otras posturas ortodoxas, se señala al paradigma del esquizoanálisis como una abstracción despreocupada de los grandes meta relatos y por ende, fácilmente ubicable dentro de la variable postmoderna, obviamente, haciendo la conocida valoración peyorativa de ésta.

Desde nuestros flujos, que no se inscriben precisamente en la corriente post-estructuralista, sino que intenta hacer rizoma como individualidad anarquista, sí encontramos gran afinidad con las preocupaciones fundamentales del pensamiento libertario, el cual tiene claramente definidos sus principales enemigos (el estado, el capital, los partidos, los principios de autoridad, los fascismos, la delegación de poderes, etc.) y se mantiene luchando permanentemente por generar sus propias revoluciones moleculares para confrontarlos.

No quisimos hacer una presentación comparativa de conceptos y formas de acción; preferimos dejar al criterio del lector, el establecer los vínculos que para nosotros resultan evidentes, entre el esquizoanálisis y el pensamiento libertario.




[1] Potencia y afecto son nociones fundamentales en Spinoza. “La potencia está siempre en acto, está siempre efectuada. Son los afectos los que la efectúan. Los afectos son las efectuaciones de la potencia, lo que experimento en acción o en pasión, es lo que efectúa mi potencia a cada instante”.
[2] Deleuze y Guattari nos dicen que el devenir no produce otra cosa que a sí mismo, que no es lo que se imita o lo que se es (parecer, ser, equivaler, producir). Lo real es el propio devenir. Devenir es “extraer partículas entre las que se instauran relaciones de movimiento y de reposo, de velocidad y de lentitud, las más próximas a lo que se está deviniendo, y gracias a las cuales se deviene” (MM, 275). Se extrae de “las formas que se tienen, del sujeto que se es, de los órganos que se poseen o de las funciones que se desempeñan” … “devenir es el proceso del deseo” … “todos los devenires son moleculares” … “devenir nunca es imitar” (MM, 303). En fin, devenir es un rizoma.

Imágenes tomadas de la circulación libre en la red

martes, 13 de septiembre de 2011

Una voz por El Quimbo




“No es que esté ciego,
me están apagando la luz de mis sueños”.

Hugo Jamioy

La avidez con que se sigue agrediendo a la madre Tierra parece no tener límites, como tampoco lo tienen la avaricia y el deseo irrefrenable de acumular y acumular bienes de la manera más fácil y más irresponsable, sin importar por encima de qué intereses hay que pasar por alto. No es suficiente con escuchar el grito desgarrado que por todas partes clama por un instante de sosiego, ni las señales apocalípticas día tras día más robustecidas. Aún, los “malos hijos” siguen proclamando su victoria ante la madre que yace abandonada.

Una de esas agresiones a las raíces del planeta es el megaproyecto hidroeléctrico de El Quimbo, el cual ha empezado a desarrollarse por la multinacional española EMGESA con la anuencia del estado colombiano, desde hace más de tres años. No han valido los justificados reclamos provenientes desde diversos sectores sociales afectados, ni los sustentados estudios técnico-científicos que advierten frente al enorme daño ambiental que dicho proyecto provoca, pues aún, pasando por alto requerimientos legales básicos, las acciones han continuado, generando hasta el momento, notables daños en los entornos naturales y culturales.
 
Pero aunque la situación es difícil para las 500 familias que se han visto afectadas, las cuales temen por un desplazamiento masivo, muchas de ellas han mantenido un proceso de resistencia que ha logrado detener en parte el avance del megaproyecto, sin que todavía haya seguridad de su cierre definitivo puesto que las intenciones de la multinacional y de sus beneficiarios nacionales son las de continuar hasta ver consumado su objetivo, desconociendo el clamor de múltiples voces en su contra.



Desde este espacio, con el cual buscamos “crear, pensar y resistir”, sumamos nuestra voz a la de quienes resisten en el centro del Huila, con el auspicioso rumor del río Yuma*, y hacemos nuestro el canto del poeta yanakuna Fredy Chikangana, quien nos aporta su lucidez con su palabra de fuego.

Del reciente volumen (Herederos del canto circular) publicado en la colección “Un libro por centavos” de la Universidad Externado de Colombia, extrajimos estos dos bellos poemas de Fredy Chikangana.



PUÑADO DE TIERRA

Me entregaron un puñado de tierra para que ahí viviera
toma lombriz de tierra me dijeron:
ahí cultivarás, ahí criarás a tus hijos,
ahí masticarás tu bendito maíz
entonces tomé ese puñado de tierra
lo cerqué de piedras para que el agua no me
lo desvaneciera
lo guarde en el cuenco de mi mano, lo calenté
lo acaricié y empecé a labrarlo…
Todos los días le cantaba a ese puñado de tierra
entonces vino la hormiga, el grillo, el pájaro de la noche
la serpiente de los pajonales y
ellos quisieron servirse de ese puñado de tierra
quité el cerco y a cada uno les di su parte
me quedé nuevamente solo
con el cuenco de mi mano vacío
cerré entonces la mano, la hice puño y decidí pelear
por aquello que otros nos arrebataron.

DE LOS RÍOS

Navegando sobre un río silencioso
dijo un hermano:
“Si los ríos pudieran hablar
cuánta historia contarían…”
Y alguien habló desde lo profundo de esa selva misteriosa
“la historia es tan miserable
que los ríos prefieren callar…”

Para conocer más sobre los acontecimientos que han venido teniendo lugar en el territorio de 8500 hectáreas que componen El Quimbo, pueden visitar las siguientes páginas web:

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*Yuma es el nombre ancestral del principal río colombiano, al que los conquistadores llamaron Río Grande de la Magdalena.

Imágenes y vídeo, tomadas de la circulación libre en la red

sábado, 27 de agosto de 2011

Comentario sobre Corazón de Otoño


Recorriendo la red he encontrado un alentador comentario sobre mi libro Corazón de Otoño, escrito por el juicioso comentarista musical y literario Jorge Caicedo en su blog: http://lectorritual.blogspot.com/ . Luego de cruzarme con Jorge hace un par de horas y de obtener su permiso para reproducirlo, he decidido incorporado a mi blog. El texto es el siguiente:

“SEMILLAS DE LUZ”

CORAZÓN DE OTOÑO
Omar Ardila Murcia
(Sic) Editorial. Bucaramanga. Marzo de 2010. 51 pp.

I. FALL DOWN EARLY*

Y sin embargo, el paso del tiempo resulta ineludible, contraproducente, arriesgado, enfermizo.
Al final, para las sobras de las estadísticas, aquellos resultados que poco o nada han tenido que ver con las portadas, las entrevistas, el rutilante lado del esplendoroso oficio escritural.
Es cierto, la contracorriente no se hizo para todo el mundo. Mucho menos escribir poesía. Afortunadamente.
O cuando la esencia prima sobre el nombre, el número de ediciones, los contratos, las ventas.
Las risas, entonces, se oían por todo el valle.
Producir antes que provocar.
La búsqueda del doloroso resultado, la emoción sin fin del bucle angosto del costumbrismo, el temor al qué dirán, o la pérdida de la investidura del saludo del amigo más frecuente.
Poco o nada hay para ese camino extraño, desafiante y llameante.
Lo distinto -¡Con lo que cuesta mirarnos a sí mismos!- sale caro.
Y de lo “subterráneo, marginal y discreto”, ¿qué se podrá agregar?
Siendo esas las palabras mágicas para que la puerta de esta reseña se abra, sospecho que ha llegado el momento de entrar en materia:

II. “ESCAPE IS NEVER, THE SAFEST PATH”

Omar Ardila nace en 1975 en Valle de Laboyos. Y su destino, es ser poeta.
Publica en 2005 “Alas del viaje en un instante”, y ahora este benéfico ejemplar. Rutilante, con ese eco antiguo que permite apoyar el pie del ojo sin temer la falsedad, bárbaro y al mismo tiempo seductor.
Dividido en tres capítulos, el sendero al que conduce ofrece una parte de las respuestas que se prohíben preguntar; a lo sumo, aquellas que quedaron proscritas a la pintura de un desatado escapado de la sociedad: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos? No solamente sin que nunca nadie dijera nada, sino que, la clave acá quizás sea el sendero sobre el que se pisa, le correspondiera a él mismo buscar/hurgar en la herida de la herencia que (bien) le tocó en suerte.
El primero, Las Voces Del Náufrago, recrea la desazón de esta era, un tanto vacía, un poco dispar, con esos visos de desolación, con esos ecos mudos, el dolor y la pena, la angustia y la plegaria reemplazada por la propaganda.
El segundo, Memoria Ancestral, atiende un llamado diferente, menos posmoderno de lo que usualmente se topa uno por doquier, cada poema es una indagación, una búsqueda, una respuesta. La tierra, la madre, el camino, la creencia, la palabra, la herencia. Lectura requisito -¡oh osadía!- para llegar a la siguiente parte.
El tercero, Corazón De Otoño ofrece una suerte de recapitulación triangular: el vacío, el silencio, la soledad, pero desde una perspectiva duplicada: la visitación de un encierro, y la llaga de la libertad: “(..)y brindemos ¡Por los días que le faltan a este efímero soplo!”, grita con esa expectación de que ya para qué, puesto que de ahora en adelante figura (todo) como un comienzo.
¿Será posible?

III. “POR EL MOMENTO, CONSEGUIMOS FINGIR QUE NO SOMOS NUESTRO PEOR ENEMIGO”***

Se vive nuestra época. Se dialoga sostenida y mudamente con nuestras propias sombras en pasadizos orgánicamente propios. “Me fortalezco recorriendo los abismos”. O revisando el fondo del cielo o escuchando los ecos del sur del mismo. “Absortos, en el destino” que (nos) correspondió en suerte, las palabras parecen empezar a sobrar nuevamente, mientras el instante apunta al delirio de la imagen. Saltamos de pantalla en pantalla. Mientras la “vanguardia” regresa a la empastadura hecha a mano en casa, sin vigilancia ni intermediarios, el camino de la mano a la mano, del ojo al ojo, del trueque despertando ese instinto mágico con que amanece el final de una era.
“Vienen las horas repetidas, sin claridad, sin esperanza, como ésta palabra que no cesa, aunque siga siendo clandestina”.
Ese refugio de los que ya no tienen nada que hacer ahí afuera.
“Aunque siga siendo clandestina”, cómo para qué, a razón de qué, por qué.
O cuando el artista era el peligro porque su obra mostraba aquello que más se temía.
O cuando la palabra representaba una exigencia.
O cuando la seducción de la voz era un puente al delirio.
Parte de todo ello yace (a la espera del contacto lector) en este libro, rojo como la sangre de un amanecer en nuestros otoños privados, en zonas “arrasadas” en las que resulta patético “recuperar la memoria” puesto que “el canto más arraigado es una plegaria de olvido”.
Y sin música, ¿cómo sobreviviremos?
O la poesía como el camino a sacrificar la verdad, necesaria, pero verdad al fin y al cabo.

* Título de una canción del magnífico grupo Bajo Tierra
**Verso de la canción “Dissident” de Pearl Jam
***Frase atribuida al escritor norteamericano, donde los haya, Chuck Palahniuk

Tomado de:
http://lectorritual.blogspot.com/2010/08/semillas-de-luz.html