jueves, 17 de enero de 2013

Prólogo "Espejos de Niebla" y fotos del lanzamiento


A continuación les comparto el prólogo escrito por Jorge Caicedo (http://lectorritual.blogspot.com/) para mi poemario "Espejos de niebla",  y las fotos realizadas por él mismo la noche del lanzamiento en A seis manos, en el pasado mes de diciembre. 

A los amigos que no pudieron acompañarnos en esa ocasión (debido a la lluvia y al agite del fin de año) los invitamos desde ya, a las nuevas presentaciones que estamos programando para el 2013.  

Prólogo Espejos de niebla


¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO LEEMOS POESÍA? De la zozobra a la furia, clases de música silente que oímos al leer

“I will lay down my bones among the rocks and roots of the deepest hollow next to the streambed
The quiet hum of the earth's dreaming is my new song”

Wolves In TheThroneroom


Sucesión de cambios. Tiempos descoyuntados para aprender a pescar sin peces que tomar. Sin redes ya que tejer. Sueños que de vampiros quedan solamente las otras palabras, las del recuerdo, las de las sombras. Deshechizo. Vulnerabilidad. Conteo a cuentagotas para una (auto)destrucción en secretos compartidos. Y una soledad magistral que de malo va a tener todo, aunque para permitirse escriturar una poesía debe arrinconarse uno saber uno mismo hasta el discreto orilla del mar de nombres de sombras. ¿Cultura? Simplemente dejo humano. Olor del que queda después de empezar la catástrofe. Eternamente. Escucho. O leo. O pretendidamente imploro. Yo……

Fragmentado aunque apabullante desde sus tres capítulos, “ciudades sombrías”, “imágenes de la nada” y “del hombre las cenizas”, sumergirse en la feroz poesía de Omar Ardila implica una lucha constante con el pesado pelaje del viento que faucea desde alguna de sus orillas invisibles de su manto de océano, acompañando en tiempos de deshaucie o implicando desde el espejo moribundo del Yo una luz de bricolaje que quizás resuma parte de la apuesta con quél mundo marcha pro contemporáneo.

Es cierto. De la ruina surgimos como con cansancio. Y construir con los restos que no nos corresponde es señalar la tristeza de la que poco o nada queda ya por cantar: “estupefacto” ,“desposeído”, “agobiante”, “zozobra”… ¿Ciudad? ¿Vida? ¿La eterna nada en circuito constante? ¿El presente? ¿La agonía que lucha por ser oída? ¿Y cuándo se habla de oír no es de la palabra muda que hablamos? Callar para poder oír. Acercarse para sentir. Presagio. La dulceza. Un siguiente silencio. La música habla. Apertura. Palabra, la.

Pero para desatar el nudo en el que nos deslizamos, mirar hacía atrás -¿”memoria ancestral”?-, asumir ese flagelo de instante -¿”Un impulso extravagante devora las seguridades de la carne”?-, desconfesarse -¿”Ante el espejismo sigiloso de la razón”?-, la apuesta es a por el olvido, fijo y seguro, ceniciento y nubloso: Devórame ciudad, al osar desaparecer en un cántico dándole la espalda a la zafada buenaventura del día a día del nombre para el rédito del recuerdo.

De desaparecer por cuenta propia y de la conciencia de su búsqueda, de ello nos canta este libro:


Jorge Caicedo

Las fotos del lanzamiento






 Fotos realizadas por Jorge Caicedo el 13 de diciembre de 2012